Isaías 61. Es este uno de los pasajes más esperanzadores de la Biblia, más aplicados cuando se trata de anunciar al mundo las buenas noticias de salvación, en él está contenido el mensaje y la obra de Jesús y su gran mandato a la iglesia. Pensamos en el mundo, en las misiones, en ser usados con este propósito; pero poco pensamos que ese ministerio restaurador encargado por Jesús empieza en el hogar.
Lo que vives en tu hogar te hace o te deshace. Si tu hogar está bien puedes enfrentar la misión que Dios te ha encomendado con valor. Si en la casa hay temor e inseguridad saldrás al mundo con sentimientos de derrota. Ser misericordiosos y restauradores en casa: sacar de la cárcel al que está encarcelado y consolar al triste, cambiar su tristeza en alabanza y su derrota en victoria. Dios quiere que en nuestro hogar no haya ceniza sino óleo de gozo. Nuestro cónyuge puede estar sin fuerza, nuestros hijos en cárceles, … pero para eso estamos ahí; Dios permite situaciones pero también nos da la fuerza y sabiduría y su intervención para cambiar esas situaciones haciendo la diferencia.
A cada uno Dios da el método y la estrategia para su victoria particular. En el cara a cara con Él. Dios quiere que la Gran Comisión empiece en tu hogar, misericordiosos y valientes, cuando alguien afuera de la familia viene a pedir oración o ayuda con alguna situación difícil, no dudamos en aconsejar y soportar; nos comprometemos en la oración y en la ayuda; sin embargo se hace muy difícil apoyar al más cercano, al que vive a nuestro lado; vendar la herida y no escandalizarnos de su lepra es el primer desafío al corazón que ha decidido aceptar el encargo de ser gran comisionista.
Anunciar salvación es nuestro mayor privilegio y encargo, tenemos las llaves para abrir o cerrar puertas de bendición, empezar en la familia es la prueba mayor que hemos entendido realmente nuestra misión y propósito en la tierra.
Fanny González de Blanco
01 de Julio 2024
Derechos de Autor.