Salmos 119:133-135 Ordena mis pasos con tu palabra, Y ninguna iniquidad se enseñoree de mí. Líbrame de la violencia de los hombres. Y guardaré tus mandamientos. Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo, Y enséñame tus estatutos. He amado siempre a quien me enseña, de hecho, me gusta sentarme en la primera fila de un salón de clase, tanto en la escuela, como en el colegio y la universidad quería estar atenta y aprender. Respecto de la palabra “aprender y ser enseñada” por El Espíritu de Dios que se mueve en la Palabra, es aprender del Maestro de maestros. David lo entendió y lo expreso; bellamente; es ver resplandecer el rostro de Dios iluminando cada lugar oscuro. “Enséñame tus estatutos! ¡Ordena mis pasos con tu Palabra! Exponernos a la Palabra, es cada día “corregir el rumbo y cómo dice David “que ninguna iniquidad se enseñoree de nosotros” . Pero mi pueblo no oyó mi voz, Israel no me quiso a mí. Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón; Caminaron en sus propios consejos. Oh, si me hubiera oído mi pueblo, ¡Si en mis caminos hubiera andado Israel! En un momento habría yo derribado a sus enemigos, Y vuelto mi mano contra sus adversarios. Los que aborrecen a Jehová se le habrían sometido, Y el tiempo de ellos sería para siempre. Les sustentaría Dios con lo mejor del trigo, Y con miel de la peña les saciaría. Salmo 81:11-16 No queremos Señor caminar en nuestros propios consejos; en nuestra propia manera de ver las personas y situaciones diarias ayúdanos a amar tu palabra, a amar tu corrección y exhortación sabiendo que nos amas. Fanny González de Blanco 18 de Mayo 2024 Derechos de Autor.