Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, Por los corzos y por las ciervas del campo, Que no despertéis ni hagáis velar al amor, Hasta que quiera. Cantares 2:7.

Todos tenemos que pasar por procesos de valoración. Valorar tiempos, momentos, personas. Que triste apreciar lo que fue ayer, las personas, cuando ya no las tenemos, cuando no hay nada que hacer, cuando se perdió el afecto sincero y se fue a un lugar irrecuperable.
El amor hay que cuidarlo; tengo unas maravillosas orquídeas que he cuidado con esmero, hoy es tiempo de regarlas; sus brillantes hojitas empiezan a verse tristes; yo lo veo, porque las conozco, quizás otra persona no lo ve; así es el amor, se construye de detalles, hay que oxigenarlo y abonarlo; sino poco a poco pierde su brillo y veremos caer las hermosas flores; y no habrá nuevos brotes.
No se puede maltratar el amor ni descuidarlo. Pensar que siempre estará ahí a pesar de que no lo hemos cuidado; es una irrealidad.
Aún Dios, quiere corazones abiertos, gratitud, comunión e intimidad para dejarse conocer en la plenitud de su amor. Intencionalmente somos responsables de actuar y tener actos de reciprocidad para que las flores que disfrutamos y el aroma de su favor y gracia sean nuestro deleite y alegría cada día.
No descuides ni tu relación con Dios ni con las relaciones que te brindan amistad o amor sincero. Un día sin darte cuenta no podrás recuperar ni el tiempo ni las personas. Solo el amor de Dios es eterno. Es tiempo de atesorar para el tiempo de frío. Es reciprocidad.
Fanny González de Blanco
11 de Mayo 2024
Derechos de Autor.